SEMILLA AGUSTINIANA
Recibido
Siente hastío, ¡oh hombre libre, llamado a la libertad!; sometido a tales amas, siente hastío de tu esclavitud. Reconoce a tu redentor, a tu manumisor. Sírvele a él; te manda cosas más fáciles, nunca opuestas entre sí. Me atrevo a decir más. La avaricia y la prodigalidad te ordenaban cosas contrarias de forma que no podías obedecer a ambas. Suba al estrado tu Amo, que ha de decir las mismas cosas, y tu Redentor, que no dirá cosas contrarias. Si no quieres, su casa no tiene necesidad de quien sirve de mala gana. Pon atención a tu Redentor, pon atención a tu precio. Vino para redimirte; derramó la sangre. Te estimó en mucho quien te había comprado a tan alto precio. Reconoces quién te ha comprado; considera con qué te rescata. Paso por alto los restantes vicios que en tu orgullo te dominaban; en efecto, eras siervo de innumerables y malvadas amas. Me refiero ahora a esas dos que mandaban cosas contrarias, que te arrastraban a acciones distintas, la avaricia y la prodigalidad. Libérate de ellas, ven a tu Dios. Si eras siervo de la iniquidad, sé siervo de la justicia.
Las mismas palabras que ellas te dirigían y con las que te ordenaban cosas opuestas, las escuchas de boca de tu Señor, sin que te mande nada contradictorio. No elimina su retórica, pero la priva de su poder. ¿Qué te decía la avaricia? «Guarda para ti; mira por tu futuro». No cambia la palabra, cambia la persona. Si te place, compara ya a dos consejeras. Una es la avaricia; otra, la justicia(Serm 86,7).P. Juan A. Cardenas
No olvidar que nunca una Oración va al Cielo, sin volver con su fruto.Escucha mi palabra, Yahvé, repara en mi plegaria, atento a mis gritos de auxilio, Rey mío y Dios mío. ¡A ti suplico, Yahvé! Por la mañana escuchas mi voz, por la mañana me preparo para ti y quedo a la espera. Guíame, Yahvé, con tu justicia, responde así a mis adversarios, allana tu camino a mi paso. Se alegrarán los que se acogen a ti, gritarán alborozados por siempre; tú los protegerás, en ti disfrutarán los que aman tu nombre. Tú bendices al inocente, Yahvé, lo rodea como escudo tu favor.
Salmo 5: 2-4, 9, 12-13
PALABRAS DEL SANTO PAPA FRANCISCO (Mt 21,28-32)
Recibido
Con su predicación sobre el Reino de Dios, Jesús se opone a una religiosidad que no involucra la vida humana, que no cuestiona la conciencia ni su responsabilidad ante el bien y el mal. Esto también lo demuestra la parábola de los dos hijos, presentada en el Evangelio de Mateo (cf. 21,28-32). Cuando su padre lo invita a trabajar en la viña, el primer hijo responde impulsivamente: «No, no iré», pero luego se arrepiente y va; en cambio, el segundo hijo, que inmediatamente responde: «Sí, sí, padre», en realidad no lo hace, no va. La obediencia no consiste en decir «sí» o «no», sino siempre en actuar, en cultivar la viña, en realizar el Reino de Dios, en practicar el bien. Con este sencillo ejemplo, Jesús quiere superar una religión entendida solo como una práctica externa y habitual, que no afecta la vida ni las actitudes de las personas, una religiosidad superficial, meramente «ritualista», en el mal sentido de la palabra. (Papa Francisco, Ángelus del 27 de septiembre de 2020)